Hay un viejo dicho que dice que la historia no se repite pero rima. La verdad, la humanidad siempre está hurgando en la historia de si misma los aprendizajes suficientes que le sirvan para mejorar el presente y proyectar los posibles escenarios que se le abren en el futuro.
Y es que en ese viejo dicho hay una gran verdad. La historia no se repite, pero los patrones que la impulsan hacia determinadas direcciones sí. Y era que no. No hay nada más cíclico que los seres humanos y su comportamiento.
Pero una cosa es intuirlo y otra comprobarlo bajo la lupa del método científico. Y eso es lo que han hecho una serie de científicos que desde hace décadas se han abocado a introducir el estudio de la historia, más atribuida al conocimiento más “blando”, en el mundo de la ciencia de la complejidad y la big data dando origen a un término llamado “Cliodinámica”.
Las nuevas capacidades de procesar enormes volúmenes de datos, sumado a extraordinarios avances científicos en las ciencias del estudio del hombre (arqueología, antropología, etc) han permitido ir construyendo una invaluable construcción de big data sobre la cual mirar con otros ojos la evolución de la humanidad y por sobre todo, encontrar los grandes patrones que se encuentran ocultos en los grandes y trascendentes procesos históricos.
Y uno de los grandes nombres en el nacimiento de la Cliodinámica es Peter Turchin.
Peter Turchin y el final del partido.
Peter Turchin es un zoólogo de origen ruso radicado en Occidente y quien a través de sus libros, y sobre todo sus alarmantes alertas sobre lo que se puede venir, ha ganado notoriedad mundial.
En particular, su último libro, “Final de Partida: Élites, contraélites y el camino hacia la desintegración política” aborda el presente y posible futuro de las sociedades occidentales partiendo de una pregunta que lo engloba todo: ¿Qué causa que las comunidades políticas se cohesionen y qué causa que se desmoronen?
En un claro resumen de la serie de investigaciones que ha dirigido en el proyecto Seshat Databank , sus hallazgos se construyen a través del análisis de una vastísima base de datos histórica que nos permite probar empíricamente teorías que intentan explicar por qué y cómo evolucionaron las sociedades humanas, desde hace miles de años, en sus grados de mayor complejidad y por qué periódicamente terminan inevitablemente, cayendo en un colapso de graves consecuencias.
A partir de sus resultados, Turchin afirma que varias grandes sociedades como la norteamericana y algunos de Europa pueden estar ya en un franco proceso de colapso que podría llevarlos a un escenario de conflicto interno o externo incluso de carácter bélico.
Y bueno, no hay que ser un analista internacional de fuste para notar cómo las próximas elecciones del país del norte y su profunda grieta están haciendo a muchos hayan comenzado ya a hablar de una guerra civil como un evento absolutamente plausible.
Élites, contraélites y empobrecimiento de las clases medias.
Sin embargo, por sofisticada que sea esta rama del conocimiento, las conclusiones respecto a qué nos puede llevar a escenarios de desastre o cómo evitarlo, son extraordinariamente simples. Desde la caída de dinastías chinas del siglo 11, revoluciones en Europa desde finales del siglo 18 o la propia guerra civil norteamericana, el resumen es el mismo.
Turchin toma nota de sólo tres elementos que confluyen en forma inequívoca en la creación de tiempos turbulentos. Por una parte, la aceleración de lo que él llama una “sobreproducción de élites”. Es decir, cuando las sociedades, debido a procesos dinámicos de la economía, comienzan a generar un incremento de miembros que acceden a una posición de riqueza y poder que, en la mayoría de las observaciones, se produce debido gracias (o en gran medida) a un segundo elemento clave, que es una pauperización de las clases medias y emergentes que ven estancados o disminuidos sus ingresos en una economía que ya no les provee la posibilidad de progresar sino todo lo contrario.
Un tercer elemento que surge entonces son las contraélites, que son grupos que se erigen en una disputa con las élites y que entran en un choque directo con ellas para disputarles el poder. Esta triada es la que al entrar en una dinámica sin control, forma parte de un patrón que se repite con extraordinaria precisión en eventos históricos como las crisis de la baja edad media, la rebelión Taiping en China o la era de las revoluciones desde fines del siglo 18 hasta mediados del 19 en Europa. En lo que la historia describe como el colapso de un orden establecido y el doloroso inicio de uno nuevo.
¿Se viene un colapso?
Turchin hace sonar las alarmas. En la profundidad de los análisis de patrones ya alertó a inicios de 2010 sobre la deriva que estaba tomando la sociedad norteamericana y el empobrecimiento de sus clases medias, frente a un enriquecimiento acelerado de una élite empresarial y tecnológica que cada vez toma más el control de los procesos productivos, dejando cada vez menos espacios a los trabajadores menos preparados o con menor capacidad productiva.
Esas clases medias, que antaño personificaron el sueño americano, esos trabajadores de algunas de las enormes industrias norteamericanas que en los años 60 y 70`s vivían confortablemente en barrios recién construidos de lindos suburbios en ciudades como Detroit o Chicago, sólo por nombrar algunas, se encuentran hoy, a más de cuatro décadas, sumidas en una fuerte crisis de desempleo y falta de oportunidades a manos de la emergencia de China y las tecnología disruptivas que se alojan en las costas educadas del país y que dan poco espacio al empleo.
Esas clases medias son las que votaron a Donald Trump en 2016. Y de ellas provienen las inverosímiles agrupaciones que asaltaron el Capitolio en 2021 y que están dispuestas a todo para derribar a la “casta política”. Como contraposición vimos, con estupor el extremadamente violento estallido de protestas en las principales ciudades de Estados Unidos, producto del asesinato de George Floyd en 2020. Los saqueos y quema de edificios que vimos en los medios nos resultaron, por decirlo de forma elegante, algo familiar.
Esto es lo que Turchin pronosticó en 2010. El quiebre que se evidencia hoy con claridad fue de hecho lo que le hizo ganar la notoriedad como académico influyente.
Pero ahí no acaba lo inquietante. Este patrón disruptivo no es exclusivo del país del norte. El incremento de los eventos de quiebres sociales y cuasi revoluciones viene en un ascenso en muchas partes del mundo a lo largo de estos últimos años. El Estallido Social que vivimos en Chile no es un hecho particular. Los chalecos amarillos en Francia fue anterior, así también estallidos en Colombia, Ecuador, Sudáfrica y las últimas protestas en España.
Una pandemia, los impredecibles efectos de la inteligencia artificial y la tensión entre Rusia y la OTAN no son además, buenos ingredientes para este caldo.
¿Se viene un colapso? Es imposible con certeza saberlo, como es obvio. Pero lo que sí podemos decir es que los nubarrones en el horizonte son realmente preocupantes. Una señal de alerta que las élites de los distintos países parecen no escuchar, por más que les están avisando.
Por más que las señales de la historia les están diciendo… ¡hagan algo, aún es tiempo!